lunes, 18 de junio de 2012

El programa que quiso ser dios.



Entre no tantas cosas estoy haciendo un curso de italiano.

Entiendo por aprender una lengua el ir más allá de tratar de memorizar y reproducir su estructura; más allá de valerme de ella para expresar sino mas bien y no sin cierta admiración; el acercarme con una curiosidad casi insaciable, como la curiosidad de un niño intrigado ante aquello que le es ajeno, como la curiosidad de explorar lugares nunca antes explorados. Es una revelación.

Para mi la lengua es la unica concepción de nación aceptable, todas las demás son abstracciones: ella nos da y forma parte de nuestra identidad.

Veo en la lengua un elemento rico e insondable, tan nuestro como tan independiente y dinámico.

Ciertamente en clase reí.

Ya en casa mientras miraba la foto y no sin dejar de reírme pensé dos cosas: la primera, lo extremadamente afectuosa y obstinada que soy con las cosas mas impensables y la segunda, cuanto me gustaría eliminar programas como el traductor de Google, por ti amada lengua y por la humanidad.

Seguro lo de Babilonia fue dios haciendo uso de uno de estos odiosos artilugios .

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