Solo un corpóreo adios, pues tus palabras permanecen en las mentes de muchos, aun la mia...
"A mí me
movilizaron. Yo era un chico que estudiaba y me mandaron con siete u
ocho compañeros a un batallón anarquista a cubrir bajas. Pero resultó
que era una gente estupenda. Me fascinaron, me dejaron encantado de la
vida. Tenían principios éticos muy notables, muy sólidos, y me dieron
unas lecciones de política y de una manera de vivir que a mí no me había
sugerido nadie nunca.
Pero el ambiente era aterrador. Recuerdo
el momento de mi incorporación a filas: llegamos de noche al campamento
donde estaban acantonados los soldados. Un escenario que daba miedo:
noche en la alta montaña, en las alturas de Santander y yo tenía solo 19
años. A la mañana siguiente yo, que madrugo mucho, me levanté y salí.
Había un regato de aguas y fui a lavarme. Entonces apareció un viejo
anarquista —la mayoría eran hombres mayores, de 30 o 40 años en
adelante—, se acercó y me dijo: “Hombre, tú eres de los chicos que han
llegado anoche”. Y dije: “Sí, señor”. A lo que me contestó: “Aquí no hay
señor, aquí no tenemos ni dios ni amo”. Aquello en ese momento me chocó
muchísimo, pero más tarde me parecieron muy bien las dos cosas."
(...)
"Yo comparo
la educación con un árbol. Parte de una semilla, y en ella hay unas
potencialidades, lo mismo que el hombre nace con unas potencialidades en
los genes. Luego esas potencialidades se verán reforzadas o
dificultadas, o complementadas dependiendo de las circunstancias en que
se nace y se crece. Pero dentro de esas condiciones impuesas por nuestro
origen y el mundo que nos rodea, podemos tomar decisiones y elegir un
camino u otro. Muchas veces se dice que no tenemos libertad porque
dependemos de muchas cosas, es cierto, pero también hay un margen para
nuestras propias decisiones y elecciones. Podemos elegir entre depender
de unas circunstancias o de otras, ser colaborador de una cosa o de
otra, es decir, puedes ir conformándote".
(...)
"¿Y
quién es uno? Pues no se sabe muy bien. Porque como uno se va haciendo a
lo largo de la vida, va cambiando de una manera o de otra. Pero en el
interior de cada uno, siempre que se haya aprendido a pensar libremente,
hay una especie de brújula que, si bien muchas veces no nos dice lo que
tenemos que hacer, casi siempre nos dice lo que no tenemos que hacer".